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MOONSA BOUDOIR

El gatonauta

El gatonauta Érase una vez un gato que vivía en un zapato. Un zapato marrón de ante, del 42. El zapato salió despedido del pié izquierdo de alguien que se había cabreado aquel día con su jefe y lo lanzó antes de meterse en la cama, con tan mala (o buena) fortuna, que por la ventana abierta fue a parar al espacio y sigue allí orbitando alrededor de la tierra.
El felino en cuestión, haciendo honor a su especie, era extraordinariamente curioso, tanto, que husmeando en los rincones prohibidos fue a meterse en un agujero negro, y apareció en el espacio exterior, quedando “calzado” dentro del extraño artilugio volador.
El increíble animalito se adaptó con asombrosa facilidad a su nuevo hábitat, aunque a día de hoy aún se desconoce como lo hizo para sobrevivir en tan precarias condiciones.
La cuestión es que creció y creció tanto que, ni comiéndose la plantilla anti-olores con la cual compartía la vivienda, cabía dentro del reducido habitáculo, y se encontró con que estaba completamente atascado.
Abrumado por la preocupación empezó a maullar esperando que alguien le escuchase y le sacara de allí.
Entonces ocurrió lo inesperado.
Una bruja terrícola que usaba el SETI at home como salvapantallas, vio un buen día en el gráfico unos picos inusuales que despertaron su interés.
Salió al balcón y escuchó el cielo con atención, hasta que consiguió percibir un ligero gemido. Sin pensárselo dos veces, tomó su vieja escoba y se lanzó al espacio en busca del origen de aquel extraordinario ruido.
Y lo encontró. No le asombró lo más mínimo hallar aquella forma blanca y peluda emergiendo de la abertura de un objeto volante que tenía un cierto parecido con un zapato viejo. El gato a su vez la oyó llegar y se puso a maullar en todos los idiomas que conocía esperando que aquel ser que se aproximaba comprendiera alguno de ellos.
Cuando la bruja le oyó maullar en catalán le dijo con firmeza: “Para aquí, que es mi lengua materna y así es como vamos a entendernos mejor”.
Podéis imaginaros el alivio que sintió el minino, que se vio salvado. Un gato atrapado en un zapato-satélite no puede soñar en nada más adecuado que una bruja catalana para que le rescate, por supuesto.
Así que le explicó la situación, y ella no tardó en desatascarlo. En el momento del desacoplamiento se produjo tal cúmulo de energía que el zapato salió de nuevo disparado, cambiando la trayectoria de su órbita al chocar con un meteorito que se desintegraba cerca de allí, lo cual provocó una movida sideral que hizo que aquella noche en muchos puntos de la tierra hubiera gente que aseguraría al día siguiente haber visto no uno, sino varios OVNI.
El agradecido animal montó en la escoba de la ciberbruja y se acurrucó contra sus riñones ronroneando.
Aún ahora, en las noches frías de invierno, se acurruca tras su espalda en el asiento del PC y gime bajito pensando en su extraña aventura.
Sigue siendo curioso y atrevido, pero limita su campo de acción al interior de la casa de la bruja, y desde luego, jamás juega con sus zapatos.

5 comentarios

Supra Cuban -

The most important in my life is my family. I can't imagine my life without them. We should cherish life. If we have more free time, we could often goes home has a look, the life is sweeter sweetly!

gabriela -

ays que me ha enternecido tu historia, y eso es mucho decir: pues los gatos solo me gustan así: en fotos y de otros.. un beso princesa, espero que estes bien

NADA -

Qué historia más tierna! El gatito tiene que estar contentísimo, y la bruja también, no todos los días se pueden salvar vidas por esos mundos...

Besos a a los dos :)

Gratal -

Monn Dieu...¡qué sugerente y hermosísimo felino...!
Un guiño para él y para quien lo ha hecho protagonista de la aventura.

Marta -

Que bueno, Moonsa!! Me ha encantado la historia del pequeño trasto. Por cierto, es inmenso!!

Besitos