Concierto para vulnerabilidad y rabia
Primero fue la puñalada, me estalló en la cara de repente dejandome hielo en el vientre y fuego en el rostro. Mi autodominio se tambaleó hasta hacerme sentir físicamente mareada. Impotencia, rabia, ira... Me ayudó mucho tener al lado a la gran persona que tengo, y conseguí apagar el primer incendio interior. Pero me moría de miedo. Sabía que volvería.
Y volvió, poco a poco, instalándose en mi alma y resquebrajándola, mientras yo recordaba a la que hace pocos años fue mi terapeuta y me ayudó tanto a sanar mi descompuesto interior, y pensaba en el perdón y en la compasión. O lo intentaba... porque cuando intentaba enviar esa invisible energía rosada pegué un puñetazo sobre mi escritorio y grité que no podía hacer eso, que hay momentos en que no...
Ayer explotó... pedí a gritos silenciosos soledad. Vulnerable y desconcertada como una niña perdida, me intentaba convencer de que me controlaría, lo verbalizaba una y otra vez, mientras el control iba desapareciendo y yo ya era sólo una triste caricatura de mi misma. Y reventé. El odio y la rabia explotaron dentro de mi con una fuerza brutal, desgarrando todo lo que encontraron a su paso. Durante y después del estallido de aquella bomba-trampa me sentí empequeñecer, quise desaparecer, ansié detenerme, pero era demasiado tarde.
El fuego se apagó porque el combustible se fue evaporando en el aire dejando en mi boca el regusto amargo de las acciones futiles y en mis ojos el ardor del ácido corrosivo del dolor inútil.
Volví a casa y acabé de sofocar el fuego con un torrente de lágrimas tan imparable como la propia explosión lo había sido un rato antes.
Me dormí por puro agotamiento nervioso.
Por la mañana, después de destrozar un poco más mi alma con los ecos tardíos de la onda expansiva, ha llegado el vacío.
Una cámara ha surgido de la nada y me ha tomado un primer plano en blanco y negro de las entrañas. Estaban despeinadas y revueltas, húmedas de llanto, haítas de impotencia.
Un odio sordo preñado de tristeza revolotea transparente y peligroso por mi cuarto.
¿Quién dijo que yo era fuerte? Si tan poco puede hacerme tanto...
¿O no es tan poco?
No lo es. NADIE, absolutamente nadie, tiene derecho a jugar con esa irresponsabilidad con los sentimientos ni con la vida de nadie.
No debería ocurrir.
Y volvió, poco a poco, instalándose en mi alma y resquebrajándola, mientras yo recordaba a la que hace pocos años fue mi terapeuta y me ayudó tanto a sanar mi descompuesto interior, y pensaba en el perdón y en la compasión. O lo intentaba... porque cuando intentaba enviar esa invisible energía rosada pegué un puñetazo sobre mi escritorio y grité que no podía hacer eso, que hay momentos en que no...
Ayer explotó... pedí a gritos silenciosos soledad. Vulnerable y desconcertada como una niña perdida, me intentaba convencer de que me controlaría, lo verbalizaba una y otra vez, mientras el control iba desapareciendo y yo ya era sólo una triste caricatura de mi misma. Y reventé. El odio y la rabia explotaron dentro de mi con una fuerza brutal, desgarrando todo lo que encontraron a su paso. Durante y después del estallido de aquella bomba-trampa me sentí empequeñecer, quise desaparecer, ansié detenerme, pero era demasiado tarde.
El fuego se apagó porque el combustible se fue evaporando en el aire dejando en mi boca el regusto amargo de las acciones futiles y en mis ojos el ardor del ácido corrosivo del dolor inútil.
Volví a casa y acabé de sofocar el fuego con un torrente de lágrimas tan imparable como la propia explosión lo había sido un rato antes.
Me dormí por puro agotamiento nervioso.
Por la mañana, después de destrozar un poco más mi alma con los ecos tardíos de la onda expansiva, ha llegado el vacío.
Una cámara ha surgido de la nada y me ha tomado un primer plano en blanco y negro de las entrañas. Estaban despeinadas y revueltas, húmedas de llanto, haítas de impotencia.
Un odio sordo preñado de tristeza revolotea transparente y peligroso por mi cuarto.
¿Quién dijo que yo era fuerte? Si tan poco puede hacerme tanto...
¿O no es tan poco?
No lo es. NADIE, absolutamente nadie, tiene derecho a jugar con esa irresponsabilidad con los sentimientos ni con la vida de nadie.
No debería ocurrir.
9 comentarios
Moonsa -
- Lyzzie me alegro de que te guste. Pues no, no le entra a muchos en la cabeza. Yo voy recuperándome, pero está siendo más lento de lo que pensaba (o deseaba...)
Lyzzie -
Tü lo has dicho...no debería ocurrir pero parece que a la gente no le entra en la cabeza...
Besos!
Morgia -
Moonsa -
- Marta si tienes razón, el caso es que los encaucé fatal, no los pensamientos, más bien las emociones ;) No metes la pata no, yo la metí, pero es que me dieron primero un empujón muy grande, ains...
NADA ojalá tengas razón :***
Trini gracias :)) y si, mis colores volverán a brillar, seguro ;)
Ike se me pasará. Ahora lo más difícil es desterrar a esta persona de mi vida, porque esto no depende de mi. Hoy mismo me estuvo buscando la vuelta otra vez. Ya le he quitado del MSN, se me pasó eso y he tenido un mini sofocón. Por cierto, si queda te, pero no me lo pidas con leche por favor, porque la leche por akí todavía ta mu mala :D
Un abrazo muy grande a todos :**** (y una taza de te de frutas del bosque con miel, para endulzar la cosa ;) )
Ike Janacek -
Me dejas ...sin nada que decir.
Salvo que si algo necesitas avisa, por favor.
Muchos ánimos. Virtuales, sí, pero confio en que se materializen.
Un abrazo.
Trini -
Si es cierto nadie tiene derecho a jugar con nosotros pero es algo que sucede la mayoria de veces, espero que tus colores vuelvan a brillar.
Encantada de visitarte
Besos
NADA -
Sí quiero dejarte un abrazo cálido y decirte que estás empezando a sanar emociones. Date tiempo Moonsa.
Marta -
Y como no quiero meter la pata, mejor me callo ya.
Un beso.
Gabriela -
Un abrazo grande